Nuestra sonrisa es una de las partes del cuerpo en las que más se fija la gente. Un diente dañado o descolorido puede hacer que nos sintamos cohibidos y, en algunos casos, incluso llegar a afectar a nuestra capacidad para masticar y hablar correctamente. ¿La solución? Una corona dental. Este innovador procedimiento nos brinda la oportunidad de revitalizar un diente que se ha visto perjudicado devolviendo tanto su funcionalidad como su apariencia natural.

¿Qué es una corona dental?

Una corona dental es una prótesis que se coloca sobre un diente existente, cubriéndolo por completo para mejorar su apariencia y protegerlo de un daño adicional. Se utiliza a menudo cuando un diente ha sufrido una degradación significativa pero aún puede salvarse.

Aunque se asemeja mucho a la forma y el tamaño de un diente real, la corona dental está fabricada con materiales resistentes, lo que permite morder y masticar con normalidad, sin el miedo de dañar más el diente afectado.

Las coronas dentales pueden utilizarse en una variedad de situaciones: restaurar un diente que está muy desgastado o debilitado, proteger un diente con una gran obturación cuando no queda mucho de él, cubrir un implante dental, sostener un puente dental, o incluso ocultar un diente descolorido o malformado para mejorar el aspecto estético de la sonrisa.

Al proporcionar una capa protectora, ayudan a prevenir la extracción del diente, que es algo más costoso y traumático. Además, debido a su apariencia natural, las coronas dentales también pueden aumentar la confianza del paciente al sonreír, hablar y comer.

Tipos de coronas dentales

Las coronas dentales pueden estar hechas de varios materiales, como la cerámica, la porcelana, el oro, la resina de base metálica y otros materiales de alta tecnología.

Las coronas de cerámica y porcelana son unas de las más utilizadas por su capacidad de imitar el color natural de los dientes, ofreciendo un buen acabado estético. Sin embargo, son más frágiles que otros tipos de coronas y podrían no ser adecuadas para dientes posteriores que soportan mucha presión.

Las coronas de oro y metal son extremadamente duraderas y resisten bien la masticación y el desgaste a largo plazo, pero su color las hace menos atractivas visualmente.

Finalmente, las coronas de resina son una opción más económica, pero tienden a desgastarse con el tiempo y son más propensas a las fracturas que otros tipos de coronas.

El proceso de colocación de la corona dental

La colocación de una corona dental normalmente conlleva varias visitas al dentista. Durante la primera visita, el dentista examinará y preparará el diente que va a recibir la corona.

Después tallará el diente para hacer espacio para la corona, y tomará una impresión dental que se enviará a un laboratorio para que la fabriquen. Durante este tiempo, el dentista colocará una corona temporal para proteger el diente.

Una vez que la corona definitiva está lista, generalmente después de una o dos semanas, se lleva a cabo una segunda visita para su colocación. El dentista retirará la corona temporal, probará la nueva corona para asegurarse de que encaja correctamente y, finalmente, la cementará en su lugar.

Retirada y recolocación de las coronas dentales

Si bien las coronas dentales están diseñadas para ser una solución a largo plazo, hay ocasiones en las que pueden necesitar ser retiradas y reemplazadas.

Este proceso se realizaría si la corona se daña o desgasta con el tiempo, si hay caries debajo de la misma, o si ha habido cambios en la boca que afecten el ajuste de la corona.

Una vez retirada, el dentista evaluará lo que queda del diente original y determinará si se puede volver a poner una nueva corona. En caso afirmativo, se tomará una nueva impresión del espacio y se seguirá el mismo proceso de fabricación y colocación de la corona descrito anteriormente.

Síntomas de una corona dental mal colocada

Una corona dental mal colocada puede causar varios problemas y síntomas que deberías tener en cuenta si decides optar por este procedimiento.

Algunos de estos síntomas serían, por ejemplo, sensibilidad dental, especialmente al calor o al frío, dolor al masticar, inflamación de las encías alrededor de la corona, cambios en la mordida o en la alineación de los dientes, e incluso la aparición de un sabor metálico en la boca.

Estos síntomas pueden ser señales de que la corona no se ajusta correctamente, que ha habido una infección debajo de la corona, o que la corona está interfiriendo con la mordida normal. Por lo que si experimentas alguno de ellos, no dudes en acudir a tu dentista para que la revise.

Coronas dentales versus implantes dentales

Aunque las coronas y los implantes dentales son soluciones efectivas para restaurar la salud y la estética dental, existen diferencias significativas entre ambos.

Por ejemplo, las coronas dentales, como hemos visto, se utilizan para cubrir un diente existente que está afectado pero aún es funcional. La corona protege el diente subyacente, fortaleciéndolo y mejorando su apariencia.

Los implantes dentales, por otro lado, son una solución para los dientes perdidos. En lugar de simplemente cubrir un diente dañado, un implante dental implica la inserción de un poste de metal (generalmente de titanio) en el hueso de la mandíbula, y luego la colocación de una corona dental sobre este poste una vez que el hueso ha crecido alrededor y se ha fusionado con él.

Además, las coronas dentales son menos invasivas y requieren un tiempo de recuperación más corto, mientras que los implantes dentales pueden ofrecer una solución más duradera y estéticamente agradable para los dientes perdidos.

Por lo que, en resumidas cuentas, las coronas dentales son una de las mejores herramientas que hay en la odontología moderna para proteger de forma efectiva los dientes que se han visto dañados.

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